Nuestro paladar recibe muy bien las bebidas burbujeantes y dulces, desde niños nos fuimos acostumbrando a ese tipo de sensaciones y de sabores. Seguramente de las primeras bebidas con alcohol que probaste fue algo mezclado con alguna bebida gasificada: New mix, Skyy vodka, Riunite, o cualquier cosa similar; y si no es así, probablemente creas que eres una raza superior a todos los demás mortales. Las burbujas y el dulzor se llevan bien con cualquier platillo, y eso llevado a un vino nos acerca sin pretensiones, sin creer que se tiene que “saber” de vinos para tomarlos. Las burbujas siempre estarán presentes en cualquier mesa.
México es un gran productor de vinos espumosos, contamos con excelentes representantes como Querétaro con estilos más tradicionales e increíble calidad, con propuestas accesibles como la línea Viña Doña Dolores de Freixenet o algo tan típico y local como el champbrulé de LA CETTO, o bien, algo más clásico como Espuma de Piedra, Vinos Cruz o Clos de Tres Cantos con su brut nature.
También se suman cada vez más propuestas locales de vinos en lata, que gracias a su proceso reciben una mayor cantidad de gas carbónico que un vino tranquilo, teniendo como resultado un vino más fresco y ligeramente frizzante, como Alpaca de Plata, Lechuza, Micha micha, Anzuelo, Bruma con su barbera y El Sireno, una lata comercializada como un wine seltzer, entre otras. Una lata siempre va a hacer de cualquier momento en torno al vino uno más relajado, donde el protocolo ya no importe y solo quede el disfrute del vino.
Los pét-nat tienen un estilo que sigue con la ola de vino natural pero con un toque espumoso, dos de mis cosas favoritas. Por su forma de producción crea una burbuja de forma natural, dando como resultado vinos ligeramente espumosos, frescos y en muchos casos no tan alcohólicos, perfectos para los días de calor que están por venir. ¿Cuáles son tus favoritos?