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El wey que hace vino

Texto: Lorena VL | Fotografía: Rodrigo CC

Cuando escuchaba hablar de los productores de vino por lo regular solía forjarme la imagen en la cabeza de un hombre adulto y formal. En contraste con mi idea el propietario de Vinos Plata me recibe en su vinícola de San Antonio de las Minas: un enérgico joven de treinta y siete años que se mueve con la fluidez de alguien que se come el mundo a dentelladas. “La raza no estaba preparada para que un wey de veintiún años les dijera que él había hecho el vino” dice Erick Plata riéndose de sí mismo.

 

Llegó hace diecisiete años al Valle de Guadalupe y ya tiene un aire norteño que más de un bajacaliforniano le envidiaría. Oriundo de Cuernavaca, Morelos, formó en Ensenada una familia junto a Araceli —su esposa — un hijo y otro en camino, un perro y encinos alrededor de su casa. Agradecido de la calidad de vida  que lleva en el Valle ya se autodenomina ensenadense. 

 

Ese cariño y sentido de identidad que tiene por esta región vinícola probablemente tenga su origen en todo aquello que vió y vivió en el valle hace diecisiete años:  un proyecto en gestación, una zona agrícola en vías de convertirse en una zona turística. Con 21 años recién cumplidos, poco antes de llegar al valle, Erick creía tener un camino trazado en su carrera profesional. Como gastrónomo y hotelero el sueño consistía en tener un cargo directivo en algún resort de renombre. “Si alguien me hubiera dicho que me convertiría en productor de vino, no lo hubiera creído” cuenta.


Un verano cambió el rumbo. Una estancia de prácticas profesionales en la que fue acogido por Gloria Ramos y Hugo D’Acosta, trabajando de la mano de Cruz Macías, en ese entonces capataz de la vinícola Casa de Piedra. De ellos aprendió, entre muchas otras cosas, que la gente de Valle de Guadalupe te echa la mano sin conocerte, que si lo que quieres es trabajar, aquí aprendes, trabajando, por supuesto. 


Durante su estancia trabajó en la Estación de Oficios el Porvenir, un proyecto dedicado a capacitar personas en el oficio de hacer vino y en promover el cultivo de la uva, la producción y el consumo de vino en la región. En este, lugar al que los locales llaman “La Escuelita”, Erick tuvo la oportunidad de hacer su primer vino. Tomó un curso teórico-práctico impartido por productores importantes de la zona, que además sucedía durante el rush de las fiestas de la vendimia. Esa experiencia despertó en él un interés lo suficientemente grande para apostarle a un futuro profesional diferente al que se había planteado. “Erick empezó a ver cómo se formaba la ola, como rompía la ola  y supo surfearla”, comenta una amiga suya refiriéndose a que él llegó antes del boom del Valle de Guadalupe “y se quedó a ver tronar esa bomba”.

 

Después de mucho trabajo como colaborador en proyectos como La Escuelita, Paralelo y Casa de Piedra, Erick arrancó, hace doce años, con un proyecto propio. Ahora trabaja de lleno en él y vierte no sólo lo aprendido en sus años de bodeguero de vinícolas de renombre sino que también plasma de cierta forma su personalidad en su proyecto personal.


Vinos Plata es una vinícola pequeña pero de grandes ambiciones. Cuenta con tres etiquetas: dos tintas y una blanca. Plata .925 es una mezcla de Tempranillo, Zinfandel y Petit Sirah. Plata Pura, —vino revelación de la revista Catadores MX en 2015 con 94 puntos— es un Merlot 100%; Granalla es una mezcla de Sauvignon Blanc y Chardonnay. Alpaca es un vino blanco que produce por temporada, una propuesta novedosa: un vino en lata. Se trata de un blanco hermano de cepas con Granalla elaborado bajo un proceso de vinificación diferente que le otorga una ligera y divertida carbonatación.


Aunque Erick es respetuoso de los procesos de elaboración de vino, no es ningún purista. Sabe que el vino puede disfrutarse de un modo casual, sin necesidad de  levantar el dedo meñique. Vinos que acompañan al marisco fresco o el ceviche de las carretas marisqueras, o bien como él sugiere, el vino que te echas a discreción mientras juegas petanca con amigos. A Erick le gusta hacer del vino un participante de las actividades cotidianas: ya sea una carne asada o un partido de petanca, el vino hace comunidad. Si se da la ocasión, no perderá la oportunidad de recomendarte a algún pequeño productor de la localidad. 


Mientras platico con Erick, tengo la impresión de que a él le gusta creer que el éxito de su proyecto, es un resultado casual de haberse dejado llevar por donde la vida lo iba dirigiendo. Yo creo que esa idea, no le hace justicia a su trabajo. Lo que podría ser una simple casualidad a los ojos del joven productor, me parece, que se debe a una combinación de suerte, disciplina y mucha dedicación.


Erick Plata de Vinos Plata en Valle de Guadalupe

En su proyecto ha depurado muchas de las prácticas y vicios que ha aprendido a lo largo de su experiencia como productor de vino. Decidió tener sólo tres etiquetas permanentes, y se dedica a cuidar minuciosamente su proceso de elaboración. Una parte significativa de mantener las opciones limitadas es estandarizar la calidad del producto. A la fecha sigue trabajando en otros proyectos —personaliza vinos y colabora con otros productores—, eso le permite ponerse creativo y hacer vinos diferentes, no deja ir la oportunidad de seguir experimentando, sin descuidar la calidad que caracteriza a sus vinos. 

 

Si visitas la vinícola, seguramente serás atendido personalmente por Erick, te hará sentir en confianza y te guiará durante tu degustación como en una plática entre amigos, en un rollo muy orgánico.  Pasa desapercibido que no sólo te atiende el dueño de la vinícola, si no que además, él hizo el vino que estarás degustando.


Erick Plata, es productor joven de vino de San Antonio de las Minas, pero a él le gusta referirse a sí mismo simplemente como “el wey que hace vino”.

Texto por: Lorena Vásquez López @lalo.rena para el 1er Taller de Redacción de Experiencias Gastronómicas.

Comentarios

  • Eduardo Nevarez
    mayo 22 a las 8:53 am

    Felicidades para Erick Plata por su proyecto,
    Excelentes Vinos, de los mejores que he tomado

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